Rayo Yording

Entre aguas la pasión siempre arde

 

Guiado por un sentimiento extraño
Vieron le mis ojos,
Y era un camino despoblado
Que poblaron en mí sus ojos
Nubes y cenizas.

 

Yo recuerdo haberle preguntado
¿Tienes acaso, con éste o con aquel,
Amor o cosa semejante
Entre hombre y mujer?

 

Ella, fingiendo una verdad en sus labios
Con una risa muy extraña,
Como arácnida observando a su presa
Desde su telaraña,
Dirigió se una palabra amable.

 

-Si es eso lo que quieres escuchar,
pues, ¡no!
No tengo con éste o aquel
Cosa semejante entre hombre y mujer…

 

Yo, como cogido de un segundo suspiro
Abracé esas palabras.
Y era ingenua mi cara
Y estúpido mi corazón
Que revoloteaba en todo,
Mariposas, versos, color.

 

Tantas risas entre ambos
Y me preocupaba por verle feliz,
Y un buen amigo me golpeaba la espalda
Y refunfuñaba:
¡No te enamores de esta, así!

 

-¿No te enamores de esta?
¿A caso veía esta persona algo que yo no veía?
O era tan ingenuo yo en estas cosas…

 

Una noche de frío,
Entre las horas en que todos duermen,
Vigilaban mis ojos atentos,
Y di un paso delante,
y como tomándome el infierno
Quedo, les vi, inerte.

 

Ella, gustando de su boca,
Él, tomándole del pelo,
Se complacían ambos que parecían diferentes,
Y el sereno burlándose de todos.

 

A la mañana siguiente yo le vi
Como ignorando una mentira
Y muy apegado a ella
Mencioné en sus labios a Bécquer
De aquel verso llamado en rima
Y le besé con malicia
Apretando su cintura
Sabiendo que no era ni mía ni suya
Mas que de sí misma.

 

Y entendí los caprichos de una mujer
Cuando de amores se valga la vida,
Que nadie es de nadie
Y que entre dos aguas la pasión siempre arde.

 

 

Managua 22/09/19