ELEGÍA A LA VIDA
Por temer a la muerte,
hoy le temo a la vida:
regalo envenenado
de forzosa acogida.
Con triste canto la descubrí
hace ahora diecinueve años.
Silenció mi llanto su sublime encanto
tan doloroso y bello cual dulce engaño.
Mas no hay silencio que en la eternidad perdure:
despierta esta noche mi llanto acallado,
para no dormir jamás
por todo cuanto ha soñado,
aquel profundo sueño que le ha revelado:
“Tu regalo no es la vida... llegará con su partida”.
BDP