¡Oh rostro dolido en aquella cruz!
El clamor de un pecador fue pronunciado de los labios santos.
Su aliento entregó y su cabeza hacia la tierra inclinó.
Penumbra, inquietud y duda surgieron...
Poco creíble era ya la esperanza profesada.
Pero al tercer amanecer, el cuerpo se levantó,
Lienzos doblados en una tumba vacía.
Gritos de júbilo por una promesa cumplida.
Una nueva esperanza surgió,
la nueva vida nació.
¡El Gran Rey en victoria resucitó!