¡Con qué gran fuerza esta noche tu luz se refleja
en el pulido cristal de la mar sosegada!
Sobre la superficie tersa y pulimentada
extiendes tus rayos cual las alas de una abeja.
En sus aguas tejes una fina orla bermeja,
con etéreos hilos de plata y oro decorada,
que adorna la extensa superficie argentada
donde tu linda e inmaculada imagen se espeja.
¡Oh astro que la siniestra oscuridad iluminas
y que te eriges como adusto rey de la noche!
¡Oh sublime diosa de los enamorados!
Caminando a ciegas por tenebrosas colinas
no dejes que mi corazón tanto amor derroche,
guíalo por la senda de tus rayos plateados.