Dame tu mano señor,
mira mi alma vagando a través del dolor
de mi poesía llena de ésta soledad rotunda.
Dame tu mano señor,
que cansados mis pies tambalean
en medio de éste menguado segundo,
cuando mis débiles pasos
no son más que mi larga aventura
por el corto sendero de la vida.
Dame tu mano señor,
no permitas que mi corazón
traspase la infinita barrera
de la callada existencia de la humanidad
y me haga su cómplice.
dejarme andar por las playas,
por las oleadas fragancias
de un mar bravío que doblegue mi dolor.
Dame tu mano señor,
dame la seguridad y la fuerza
que acerca mi desvalido cuerpo
hacia tu puerto,
dame el consuelo de la calma
y el poder de la paz que produce
el dulce aroma,
del liríco canto
de la inspiración sobria,
delicada y serena del poeta
que sueña con un mundo
donde la alborada sea luz fragante
del amor infinito
del placentero mundo de los hombres.
Dame tu mano señor,
dame la espina y la rosa
dame la terca dulzura del viento que sopla,
sobre las verdes montañas
de un lejano viajero,
que a su paso la nieve fundío
su alma y su campo.