Extraño los saludos de la tarde
cediendo las palabras de tus labios,
dejaban agradables melodías
que siempre cautivaban los espacios,
rompían el silencio establecido
y hacían, con tu voz, un comentario,
hablaban de la lluvia y de la brisa,
igual que de la vida y el cansancio,
tocaban cualquier tema, y te veía
directa, y comentando sin engaños,
aquello que embargaba los sentidos
de un modo tan sutil y un tanto cálido,
decías que el amor y la esperanza
debían ser, de un modo necesario,
la esencia de la vida y el esfuerzo
del hombre soñador y muy romántico...
Extraño tus caricias en la tarde
de aquellas primaveras y veranos,
vividos en perfecta sintonía
en tiempos ya caducos y lejanos,
si miro para atrás, y hago un aparte,
los veo con el paso de los años,
inquietos, con los nervios juveniles,
y llenos de recuerdos algo pálidos,
se borran, y se van de la memoria,
los días con las lágrimas y llantos,
surgidos por las dudas y los celos
de aquellos sentimientos y del pánico,
volaban las gaviotas a la costa,
cantaban las cigarras en los campos,
las nubes dibujaban mil caprichos
y el cielo sonreía con descaro...
\"...Extraño las caricias de tus dedos
y tantas carantoñas de tus manos.
Hoy vuelven a las mías los recuerdos,
ansiando aquellos besos tan fantásticos...\"
Rafael Sánchez Ortega ©
10/09/19