¡qué yo has hecho!
con tus manos mayormente
distantes
con tu voz
cautivándome el pecho
este yo
de razones diarias
de y para amarte
que se multiplican a razón
de la lluvia
golpeando insistentemente los tejados
del invierno
este yo
que encontraste deficiente
en un invierno
de un país deficiente
de estaciones exiguas
razones
que no me abandonan
y que
se empecinan y crecen seguras...
y seguramente
se entenderán
en la autopsia del todo
de este yo