Y tiraron de leche de mala madre
uva maldita en la caverna estigia
donde clavicordios y lunas cuaternarias
procedían a desmantelar el odio
de unos cuantos hacia otros tantos.
Me miraron salvajemente ignorando
la poesía de mi mirada, fundieron
la conversación en razón de un milenio
de oscuridades, jardines aposentados
en las lagunas eremitas.
Me dispararon con furia rutilante:
me puede sentar peor pero no mejor.
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