Joseponce1978

Edén demacrado

Una distópica corriente

ha invadido el paraíso,

y la desproporcianada

ley del talión

(ojo por ojete

y muela por diente)

impera con mano de hierro.

Aniquilada toda virtud

de la faz negra inmaculada

de un edén otrora

blanco impoluto,

un moderno Robin Hood

roba cualquier atisbo de bondad

para ponerla al servicio del mal.

Los mustios pétalos

de las flores de tallo

sesgado a ras de un suelo

donde los ángeles alicortados

por insaciables cazadores

ya no han de pisar,

se arrepienten

de haber despertado

en el jardín equivocado.

En sórdidos antros

se arremolinan

las hadas mancilladas

para ahogar en alcohol

su intachable verguenza.

Manos manchadas de sangre

les han desgarrado el himen

y el jurado popular

tolera resignado el crimen.

Una serie de fuegos fatuos

en intencionados focos

calcinan sin acritud

el desencantado vergel,

y los duendes lo aparcelan

para ser equitativos

en el reparto del pastel.

Un nuevo orden

de calaveras risueñas

con dientes de oro

que miran por el catalejo

situado frente al espejo,

se ha hecho con el mando

del paraíso demacrado.