Pedro Infante, ese ranchero
Muy coqueto y jugador,
Un constante bebedor
Y además dicharachero;
José José, el citadino,
Entre vicios y amores,
Con angustia y con temores,
Como hoja sin destino;
Son emblemas mexicanos,
Perdidos, desobligados,
Para vivir arriesgados,
Con el mundo entre sus manos;
En el campo o en la ciudad,
El amor es su motor,
Todo arriesgan con valor:
Sólo viven su verdad;
Así somos mis hermanos
El amor hay que seguir,
Nuestro destino es morir
Y vivir enamorados…