Prisionero en la cárcel del miedo,
enredado por las cadenas del pecado,
perdido en el barro de confusiones,
el alma clama por libertad.
Atrapado en la duda,
cegado por los impulsos,
el alma precisa de un rescate,
busca el camino de la redención.
Florecen las incertidumbres
en la intensa batalla espiritual,
centrarse en el amor de Dios,
es el camino para enfrentar al mal.
La verdadera libertad se alcanza,
siendo dócil a la voluntad de Dios,
dejándose guiar por la voz de su Espíritu,
se quebrantan las cadenas de opresión del mal.