Saciada ya la sed, calmado el desenfreno
Mí sexo saciado derrama su fuego,
Tus sabanas cubren el rubor de mis pechos
Tus ojos se cierran, me duermo en tu lecho.
El sol ha llegado, tocó nuestros cuerpos,
Acaricio mi vientre, perturbó tu sueño,
Y como obedeciendo a la petición del astro
Quitaste la tela que cubría el silencio,
Tomaste mi rostro con tus fuertes manos.
Quemaste mi pelvis con tus suaves besos
El lobo despierta de un sueño liviano,
Y devora mi piel, mi lengua y mi aliento.