Quizá no alcance el último nivel de la vitrina y deba subir dos escalones si es que quiero alcanzarte los besos, o sólo sueñe verme en mis jeans desgastados, sumergida y diminuta bajo tu chaqueta parda de cuero.
Puede que no haya inyectado de libros mis venas (excepto de los que aprendí a querer) y ni sujetada a mis sombras me repita que de ellas, reflejadas en tus gafas, ha de venir a mí la luz. Tal vez suelo disfrazar mis temores aunque no con sedas o cerezos; mucho menos con sombreros.
Es muy probable que nadie hable de mí (ni para bien ni para mal) en el escaparate de fondo azul de los éxitos promisorios.
Sin duda no puedo encantar tu atención con lindos marcos de portadas, recetas y viajes
ni osar hacer alarde de tu nombre escrito al pie de un ramo de flores en alguna cubierta de la editorial de la vida.
La noche se confiesa en tinta de whisky y te derrama mis letras sobre la servilleta:
\"No puedo esperar
serte solícita
sin el descote atrevido
de una intimidad que pretendo mía;
mas deseo, sí,
hacerte voltear la mirada
hacia estas dos páginas
divididas
por una rosa blanca...
Déjame ser la escala a tu beso;
la piel escondida en la sugestión de la espera
o la garza aflicción de esa flor
oculta entre tus hojas.\"
Yamel Murillo
Confesionario II
Caleidoscopio©
D. R. 2016