Las hojas que cayeron esa tarde,
no fueron las que se llevó el otoño,
sino que ante una crepúsculo oscuro,
fue el viento el que las arrancó.
Bellas aún eran,
esas verdes hojas
que se regodeaban,
tan sólo al sentir el sol.
Verdes también fueron,
aquellos sentimientos
que entre el no saber que digo,
y el no animarme a decir…
el tiempo fue pasando,
¡y tú, ya no estás ahí...!
De que sirven los recuerdos,
porque volver al dolor,
porque aferrarse a aquellas hojas
Que ya perdieron su color…
¡Oh bella vida!
que a mis pies aún estás,
que tu aliento
es un suspiro de mi vida
y en mi vida,
una ausencia del amor,
Sí, ese amor que se fue sin saber.
El que partió sin sentir...
El que ningún beso me dejó.
Sí, ese dulce amor extraviado.
Ese amor secreto no confesado,
que hoy añoro nuevamente,
y escudriño entre esas hojas desprendidas
y me aferro a tu recuerdo a cada instante,
Que si te busco entre mis pensamientos,
¡siempre!, por toda una eternidad
Y como el viento que arrasó las hojas,
tú, ya no estás conmigo...
¡Y tú, ya no estás ahí!