Ben-.

Alambradas-.

Mientras, cae el ruido.

No cesa la nieve, tampoco,

de engendrar pequeños tumultos

de agua encharcada en los hospitales

y cerca de las alambradas.

Mientras, el ruido avanza,

las catedrales son derribadas,

y los palacios, herméticos,

se abren como las tripas

de una paloma.

Sus vísceras, quedan al descubierto,

tanteadas por manos de campesino,

por manos de hortelano, de sacrificado

indígena.

La nieve, con su plumaje ambiguo,

rectifica las líneas perpendiculares que

conducen al fondo de esos armarios

sin fondo.

Un campesino surge con una linterna,

y el país se desmorona sobre un puñado

de premolares apretados en el fondo de un vaso.

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