Allá van esos amigos que vivían en sus piezas de cartones y fonolitas, ojalá los alcance, hola Pepe y tú ¿María?, sí, un abrazo, ¿Qué cuentan?; tanto tiempo, estamos juntos, seguimos igual que hace 60 años, nada ha cambiado para nosotros, ¿a qué le llamaran amor aquellos que tienen y gobiernan? Es una suerte estar vivo todavía, no sé que nos sostiene, si todo es tinieblas en las poblaciones, las 7 plagas de Egipto son irrisorias para lo que le toca al pueblo. Cómo salir de este laberinto…
Sabes cuáles son nuestras ocupaciones diarias, poder trabajar en lo que sea, llevar algún dinero al hogar para comer, estamos colgados a la electricidad, asaltan, roban, ¿a nosotros?; vivimos por vivir, no sabemos qué es el amor ni entre nos, porque qué es, se pueden tener las mismas ideas en este estado de miseria, nos sobran las palabras, pues no tenemos nada. Como quisiera cambiar mi discurso, una verdad diferente a esta que me ha tocado. Hasta hablar me consume energías. Sólo esperamos morir pronto. Con esta vida no se puede vivir.
¿No todo tiene que haber sido malo?; Pepe dijo, cuando pasamos a otra cosa con Maríita, fuimos donde mamá, tenía 4 meses de embarazo, ella de sopetón nos reveló, ustedes 2 son hijos del mismo padre, no había vuelta atrás, tuvimos al bebé, le pusimos José María, resultó ser un niño hermoso y sano, los juegos de la vida. Pero a los 3 meses de nacido lo entregamos a una pareja sin hijos con mucho dolor, para que tuviera otra suerte. En ese entonces, yo hacía unos trabajos en la casa de un señor que vivía cerca del Estadio Nacional. Nos pusimos a conversar, en un momento estábamos tratando la posible crianza de nuestro hijo por él y su señora. Habíamos hablado con Maríi, que el niño ‘puro sufriría’ y que sería para su bien darlo en adopción, no +...