La rosa se acicalaba esperando su visita.
Miraba el horizonte plena de emoción.
Alisó sus pétalos púrpura, exhaló su mejor perfume.
Tuvo cuidado con sus espinas para que no hicieran daño.
El verde de sus hojas relucía como nunca.
Ya se acercaba el nuevo día, mirando al horizonte lo sabía,
No podía ocultar su nerviosismo.
¿Y si no viene hoy? ¿Y si me ha olvidado?
Solo pensar en ello mucho temor le ha dado.
Sintió como se acercaba y lo recibió con su mejor sonrisa.
Suave la acarició, besó sus pétalos de seda.
Su presencia la hizo estremecer de pasión.
Lo acompañaba la brisa que le permitía ir donde quería.
A su paso dejaba fertilidad, fuerza, frescor.
Mas una debilidad tenía por aquella hermosa flor.
No podía explicar la sensación que le producía.
Su mayor deseo era acompañarla todo el día,
pero era imposible, aunque si quería no podía.
Con el paso del hermano sol tenía que retirarse
y al otro día, muy temprano de nuevo presentarse.
De amores imposibles está llena la vida.
Lo peor es que muchos que pueden amar,
por temor a sufrir se niegan a vivir tan noble y profundo sentimiento.