Bajaste hacia las olas,
con tu cuerpo escultural;
sabiendo que no hacías mal
aunque bajabas a solas.
Se embebieron tu belleza
las olas, apresuradas,
y dejaste tu tibieza
en las \"aguas congeladas\".
Después saliste del mar,
te paraste en una roca,
le envío un beso tu boca
sin dejarlo de mirar.
Después tomaste el regreso,
supongo que te marchaste;
mas, me gustó como amaste,
el océano, con un beso.
Pero las olas aún siguen
disfrazándose de blanco;
jugueteando se persiguen...
yo, ví todo, desde un banco.
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Autor: Bernardo Arzate Benítez.