Dejarla ir, y de repente ver sus huellas
aun latiendo en el polvo de la calle
entrar en la desesperación
en vacilaciones absurdas
El alma comienza a desgarrarse
en sus intentos por salir tras ella
el corazón bombea como una locomotora
las piernas son dos disparos
la voz es la presencia del miedo hecho carne
los huesos ya no son más esqueleto
son polvo en el viento
porque su ausencia es la muerte latiendo en los ojos.
Volver a meter tu alma en el cuerpo
en el cuero, en las concavidades
ser un espectro andando en la ciudad
dueño de un dolor tan profundo que no tiene fondo.
Y de repente sentir sus manos otra vez
es verla volver, con los ojos compota.
Con su alma también rota.
Sus ojos te devuelven la esperanza
aun sabiendo que esperanza se desprende de esperar
y esperar es lo peor que puede sucederte
porque esperar es no vivir el momento
y la vida es eso, una sucesión de momentos.