Esa imagen a la que quiero evitar,
a la que le dedico algunas de mis preocupaciones
y temores más íntimos,
esa imagen a la que el amarillo tiñe
y la vuelve una más de sus víctimas,
como al domingo.
Esa imagen cual terreno es tan yermo
como casi un desierto.
La gente que padece su subsistencia allí,
es tan pobre como aquel que
conoció el hueco de los
sueños muertos.
Esa imagen me atormenta porque se equipara
con las cucarachas y no quiero
que me alcancen;
así es que su color marrón es el mismo
de mis pesadillas.
Su iris es gris, pero su esencia marrón;
basta con solo imaginarme allí
para evitar todo lo que me es ordinario
y trivial.
Porque necesito embriagarme del aire
y de todo follaje, para nunca
llegar a ese desierto insalvable.