Imagina
un ángel cayendo del cielo
con el pecho abierto,
ardiendo como el infierno,
como el agujero en llamas
al que avanza
aullando pecado
en sus labios desfigurados por el dolor
de un dios que lo desterró.
Alas blancas en fuego
y la piel en carne viva
no opacan la belleza
de esos ojos del color del amanecer.
Un angel que cae
la primera estrella que toca la tierra
llora y reniega,
se enoja y se enerva,
promete una venganza
contra los hijos de aquel dios
que lo desconoció.
Imagina un ángel herido
desgarrando con sus manos
un atardecer en verano
para que el rojo del cielo
caiga a la tierra
y sangre,
y lloren los cobardes,
y sufran los débiles.
Y los inocentes
que no entienden el porqué,
por qué sus hijos mueren,
si eran tan buenos,
si creían en aquel dios
que todo lo prometió.
Pero la estrella de la mañana
juró venganza
y dios no vino a protegerlos.
La estrella de la mañana rie
y con su sonrisa inicia la guerra
y cuando llora inunda la tierra.
Tanta belleza
el ángel es perfección
pero solo causa dolor,
cuando un ser humano lo mira
siente arder el corazón.
ansía la muerte y entiende
de maldad
vanidad
soledad.
Y la angustia le llena el pecho.
Imagina el ardor,
fuego consumiendo músculo
y el ángel riendo con voz de trueno
que retumba bajo el cielo.
Se consume eternamente
el fuego de sus alas
antes puras y blancas
y le tiñe de hollín,
carbón negro que lo va cubriendo
así como lo consume el calvario
del paraíso que dejó,
así como lo consume el odio
y el rencor
que propaga como plaga.
está asustado
le condenaron al infierno
a vivir muriendo
en fuego eterno,
pero aún no pasa
sus pies de esta tierra
y ya no aguanta más.
La ira le hace temblar
y surcos salados le lavan
las mejillas otrora sonrosadas.
Anhela paz
pero estalla de rabia
y nadie se salva.
Agoniza
agoniza
agoniza
y no logra morir.