Puedes llorar porque se ha ido
o estar agradecido por lo que dejó.
Puedes enojarte porque ya no estará
o estar gozoso por lo que le depara el camino.
Gente viene y gente se va,
esa es la realidad;
Sólo queda su recuerdo tangible en la mente
y las buenas memorias de un paseo recordable.
La presencia se va, pero la experiencia permanece.
El dolor es inevitable y la ausencia insuperable,
pero cuando menos lo esperes, ahí estará de nuevo.
Tan crudo es el ádios y tan amargo el olvido;
pero dulces son las sonrisas dormidas en el recuerdo,
que aunque ya no volverán,
te hacen recordar lo feliz que puedes llegar a ser,
y tu corazón se vuelve a encender,
porque reconocerás que lo volverás a ser.
Abraza. Sonríe. Ama.
Aunque duela, bien sufrida es la pena.
Hay un precio que pagar tras una buena compañía.
Y es que hay personas que marcan tu vida,
y luego se van para dejarte lo mejor de ellas.
Aunque sufras, ¡Sonríe una vez más!
Que toda belleza viene posterior a una tormenta.