Despierta niña,
no guardes la sonrisa,
déjala libre.
Así tus labios
tendrán la melodía
de la jornada.
Darán la nota,
el bálsamo divino,
a quien te escuche.
Abre los ojos
y mira lo que tienes
alrededor.
Luego, si quieres,
ausculta, en este día,
a sus latidos.
La taquicardia
precisa de cuidados
y tu alegría.
Verás que pronto,
se curan las tristezas
del nuevo día.
Aspira el aire,
la brisa y el nordeste
con su salitre.
Así tus labios
sabrán cómo es el beso
de las resacas.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/09/19