Porque la lluvia duele
cuando resbala
por el cristal
ahumado de mi alma,
porque el mar
se vuelve bravío,
y la luna serena
pierde su calma.
Porque las noches
se vuelven hastío,
porque hace frío
aquí en mi cama,
porque en silencio
repito tu nombre
que aturde el vacío
que hay en la casa.
Porque la gente
se vuelve ceniza,
cuerpos sin rostro
por mi lado pasan,
porque este cielo
de pronto se nubla,
porque mis ojos
sin verte se cansan.
Porque mi cuerpo
me quema por dentro,
mi piel ajada
se cae en pedazos,
porque me duele
la nada que habita
en la plegaria
que claman mis brazos.
Porque el oro es barro
y la plata nada,
el diamante es vidrio
y el zafiro es agua,
porque la luz es sombra
que lo invade todo,
afilada daga
cuando tú me faltas.
Porque una caricia
se vuelve viento
y un beso en mis labios
se vuelve amargo,
porque tu mirada
se pierde en el tiempo,
ya nada existe
cuando yo te extraño.
-. PaR
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02102019