Ma. Gloria Carreón Zapata.

Carta El tiempo Como testigo.

 

 

Es otoño, las hojas multicolores comienzan a desprenderse de las ramas desecadas.

Danza la brisa retozando, inundando de efluvio los fríos amaneceres sin ti.

Sus ocres atardeceres me invitan a meditar y a soñar contigo amor.

Es cuando la pluma comienza a deslizarse sobre la atezada hoja, en tanto,

se aleja cabizbajo mi último verano.

Ha pasado el tiempo, va transitando la vida y yo aún sumergida

en el mismo sueño de antaño. Te sigo amando,

no he podido olvidarte, todo me recuerda a ti.

Así vivo cada día añorando los momentos felices a tu lado.

Esperando un milagro y ansiando volver a repetir nuestros

largos paseos por aquella calzada.

Cada escalón que de tu mano subía al ir a las águilas

imaginaba que al mismo cielo me dirigía y tú junto a mí.

Hoy me he quedado contemplando mi rostro frente al espejo por largo rato.

Descubriendo que el tiempo no ha pasado en vano.

Ya mi cabellera nívea se cubre y mis labios guardan

la esencia de aquel beso amartelado.

Al ver tu retrato mi mirada refleja aún ese brillo

que tienen los ojos enamorados.

Dándome cuenta que tú eres y seguirás siendo

el gran amor de mi vida, pongo a Dios, y al tiempo como testigos.

 

Tu Amada.