En la estepa manchega un quijote cabalga,
desmontando rascacielos inmensos
esculpiendo imposibles sueños…
Dibuja su silueta la sombra de su cuerpo
sobre el suelo de polvo
de la estepa manchega…
Y detrás de su estela
se adivina su espada,
forjada de esperanza,
con Sancho a su derecha
cabizbajo y atento.
La nobleza de Alonso,
su firmeza de espíritu,
siguen vivas y aladas…
y aunque en los nidos de antaño
no hay pájaros hogaño,
los jinetes estúpidos de alazanes curtidos
siguen siendo abrumados
por la luz de un lunático:
sigue su galope
y alcanzarás la verdad a lo lejos… al atardecer… en la noche.