Te odio porque te siento en la brisa sobre mi rostro,
Y me recuerda ésta a las caricias de tus manos,
Te odio porque respiras dentro de mis entrañas,
De la misma forma en que el aire me llena cada día.
Te odio porque el susurro del río, me recuerda a tus palabras,
Y en lo hondo de su lecho, yace una palabra donde dice,
Lo mucho que me querías.
Te odio porque el silencio, se parece tanto a tu mirada,
Cuando al no decirme nada, solo veía el Amor tan reflejado.
Te odio porque eres como las flores, de un jardín de puras Dalias,
Y el aroma de sus flores se impregna en mí, un poco cada día.
Te odio como si fueras el mar y su bahía,
Y a sus olas embravecidas, que llegan calmas a la orilla.
Te odio como risa, como baile, y también como dulce melodía,
Porque te veo en su encanto, como cuando a mi lado las vivías.
Te odio cuando amanezco, porque te veo en el sol de cada mañana,
Y también como cuando llueve, al asomarme por la ventana,
Porque te quedas sobre mi piel, como rocío sobre mi cara.
Te odio porque ahora hay calma, paz y mucho silencio,
Y es que estoy acostumbrado,
Al Amor escandaloso, que con pasión me regalabas.
Te odio porque eres noche,
En mi vida hoy solitaria,
Y en lo más alto de sus horas,
Veo tu rostro, en la Luna que me acompaña.
Te odio porque hoy tengo la paz de tu silencio,
Y no me acostumbro a no verte,
Susurrando y riendo bajo una manta.
Te odio porque te respiro,
Y odio al aire mismo que en mis pulmones vive,
Porque no deseo olvidarte,
Como el oxigeno que en mi habita.
Te odio tanto porque te extraño,
Y no concibo mi vida sin tenerte,
Y en el medio de mi guerra interna,
Me consuela el aroma de tus pocas prendas.
Te odio tanto… tanto.
Por no poder decirte… lo mucho que Te Amo.