En el verde del prado terciopelo
se pintaba una blanca margarita,
como era tan hermosa y bonita
sólo se dignaba mirar al cielo.
Trepando por su tallo desde el suelo
hasta ella se acercó una mariquita,
que le inquirió por qué era tan bonita
antes de iniciar su rápido vuelo.
La alba flor no supo qué contestar
a aquella pregunta tan lisonjera,
por lo que muy triste se echó a llorar.
La mariquita emprendió muy ligera
su vuelo en busca de otra bella flor
para no incrementar más su dolor.