Estás cansado,
gorrión que aquí reposas,
se va la tarde.
Mira la alondra,
que llega de su viaje,
también cansada.
Busca en la rama
el nido que te espera
y en él descansa.
En una casa
se encienden unas velas
de cumpleaños.
Tiemblan las luces,
se escuchan los susurros
de algunos labios.
Y mientras tanto
la vida continúa,
y no se para.
Afuera, el mar,
se acerca a la machina,
para besarla.
Un dulce beso
le deja en los pilotes
que la sostienen.
Las golondrinas,
igual que los gorriones,
ahora descansan.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/09/19