No quiero pensar en ti.
No quiero amanecer y seas tú
el preludio de mis pensamientos
para entregarte mi primera sonrisa.
No quiero recordar aquella mañana de marzo
cuando mis ojos vieron tu rostro por primera vez
y descubrieron que la belleza si existe.
No quiero recordar aquella noche de lluvia
en la que, como dos niños de la mano, huíamos
de cada gota que nos mojaba sin saber que ellas
nos unían en un sueño de enamorados
y mi corazón aprendió a verte por primera vez.
No quiero pensarte.
Aléjense de mi recuerdos que evocan
aquel primer beso bajo el cielo estrellado,
aquel primer deseo que nos regaló una estrella fugaz
aquella primera rosa que aún no marchita
aquel primer si de nuestra eternidad.
No quiero pensar en ti.
Porque aún los recuerdos más sublimes
no pueden doblegar el dolor y la angustia
de aquello que nunca pude combatir,
tu ausencia.