A: San Francisco de Asís
Poema épico.
.
.
¡Oh Señor! Yo no encuentro mi camino
pido tutelar mi humana andadura,
pero acercarse a ti mi alma procura
creo que tu soberana hermosura es mi destino.
.
Por ingrata necedad yo no te seguí
No atendía, de tus plantas la llagas,
sin embargo, tu, mis dolores apagas
porque con misericordia tu cuerpo ya comí.
.
Un caudillo, tu andar, no ha cambiado,
su pecho emana la misma pasión
con el regalo de mística reflexión
recibe, el heraldo enamorado.
.
Jesucristo una llaga veo en tu diestra
Y con el amén en que despertamos
con Francisco de Asís, sois mi samaritanos,
trae la PAZ y BIEN que tu le muestras.
.
Plenas, manos sagradas, llagadas manos
donadoras que tiernamente nos bautiza
y que el guerrero de Umbría cicatriza
al unirnos al hogar de seráficos hermanos.
.
Señor, tócame con tu milagrosa mano
la misma que me tiendes, llena, generosa,
ya no me aflijo, mi espíritu en ti reposa,
con mi alma, ojos, lengua, amor mariano.
.
Me abrigo en tu dolor, Cristo Crucificado
Tu costado que llena de esperanza,
esa herida mortal, de consumada lanza
que derramo la sangre, por EL PADRE proclamado.
.
Tu pecho esparrama encendido fuego
siente como el pecho se va quemando
su aceptación de consuelo se va fermentando
me inclino a besar la herida de tu costado, luego.
.
Imitando al vivo crucifijo, Francisco agoniza
lentamente amando sin reposo encuentra paz
el de imples cosas, sencillas, hermosas, sin disfraz.
El heraldo del Rey sigue las huellas y se Eterniza.
.
.
Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano OFS
Guatemala, C.A.