En aquella hora sexta,
la Palabra Amor fue sentenciada
por gente crispada,
que la crucificó en la Cruz salvadora...
Allí hubo espinas
que se aferraron a la historia,
y crueles llagas,
de una barbarie legendaria...
Hoy en el vasto teatro del planeta,
y gracias a tu Promesa,
recorro la avenida central de mi vida
tomando la Eucaristía...
Y te hago poesía,
sonsacada de una Luz veladora,
toda blanca de alegría,
esperando el día, de tu gran caricia...