Rafael Escobar

\"EL LABRIEGO\"

 

En su rostro, tostado en la cañada,

lleva impresa la pena inmerecida,

que los golpes aciagos de la vida

le ofrecieron de forma despiadada.

 

Se le observa lejana su mirada

contemplando caminos sin salida;

y su vieja esperanza, ya vencida,

lentamente fenece resignada.

 

En sus manos callosas van las huellas,

que le sirven de rústicos blasones

que machetes y zarzas le dejaron.

 

Hoy, ya viejo, contempla las estrellas,

recordando quizás a los patrones

que su fuerza de joven explotaron.

 

Autor: Aníbal Rodríguez.