Porque canta la musa en mis oídos
y danza la cadencia en el poema,
aunque el dolor de mi alma sea el tema
lo vuelco yo en versos enloquecidos.
Puedo morir de amor y de locura,
llorar la herida de la humillación.
Puedo sentir que sangra el corazón,
saber que este dolor no tiene cura,
que tan sólo el causante ha de calmarlo.
No importa, es la raíz de mi poema,
no tengo yo razón para llorarlo
ni tengo para odiar motivo alguno
porque me da de la poesía el tema,
que sin él no tendría yo ninguno.