Sufrió de buenos ratos
antes de decidir no amarle más,
fue una sorpresa
el conjuro que sellaron sus palabras,
nunca estuvo tan segura de algo
hasta ese momento.
Quería irse,
volar lejos de la incomodidad
que generaban sus palabras
en cualquier hora del día,
se convertían en sarpullido
los momentos.
Al inicio manejaba los disgustos
escondiéndolos en un baúl,
esquivaba las palabras románticas
con temas cotidianos
y partía a su soledad con pretextos del
trabajo.
Era buena la vida,
gozaba de esa estabilidad disimulada
ante el público,
nadie dudaba, todo era perfecto.
Pero fueron sus besos miel derramada
y el tiempo ahogó los suspiros,
mientras los sentimientos se escondían
tras las nubes
que traían aguacero.
Fue cuando decidió
terminar con la historia
que merecía un final