Te he dado mis manos y mis anillos
Te he dado mi dinero y mis bolsillos
Te he dado mi cuerpo y mi alma
Te he dado mi calma y mi desespero
Te he dado lo que soy y lo que tengo
Te he dado mis poemas, y toditos mis cuadernos
Te he dado mi memoria, te he dado mis recuerdos
Te he dado mis palabras y mis oraciones
Te he dado mis promesas, te he dado mis acciones
Te he dado mis sueños y mis esperanzas
Te he dado mis mentiras y mi sinceridad
Te he dado cada parte de este cuerpo incompleto
Te dado mis semillas y mis jardines muertos
Te lo he dado todo y juro que no me arrepiento, porque después de tanto sembrar, solo queda pensar para así darse cuenta, que en la vida lo que menos importa es la cosecha, y por tanto siempre será mejor vivir, vivir cultivando, sin importar lo que estén diciendo o lo estén que pensando, quienes aún no entienden ni quieren aceptar, el inmenso valor que tiene cultivar, sin esperar nada a cambio.