Te he buscado entre miles de equipajes flotando a la deriva,
entre cientos de árboles,
entre estanques de sombras y arcabuces
pero sólo encontré un rumor de ti,
un brillo en el jardín y una palabra
dispuesta a pronunciarte.
Tal vez he dibujado tu cara en el papel antes que el nombre y me he olvidado
de bengalas y truenos,
tal vez cuando he intentado conjugar esos verbos no eran fechas
de hacer aprendizajes y no hacían paradas
los trenes en invierno.
Como fuera,
soy consciente también de que en el mar
no existen olas únicas ni silencios de alpaca,
sé que el tiempo no aguanta la salud de un banquero ni sopesa
mementos catedráticos,
por eso insistiré, subiré a bordo
del conjuro de un cisne o a la grupa de una noche llovida de faisanes,
donde sea, con tal de que algún dardo
o pulsando las nubes al azar
oiga de ti,
me hablen de ti,
sepa que existes
como sé de la música azul si me despierto abrazando
relámpagos burgueses.