En la quietud de mi casa
dormiste
sobre mi regazo
de mi pecho
empezaron a derretirse
todos mis miedos
tu rostro
apoyado en mis muslos
preguntaste si me dolerías,
sonreí
porque contigo nada duele
y quise quedarme así en el tiempo
y creo, que
quizás
esta es la verdadera intimidad