Canciones de amor el liróforo cantaba
en un apacible rincón de su amada tierra,
hermosas tonadas mélicas declamaba
para no oír los rasgados gritos de guerra.
Las hojas de los níveos álamos tremaban
bajo el soplo de la suave aura matutina,
los relucientes cristales se deslizaban
plácidos y silentes por la rambla albina.
Apolo esplendía sus rayos ancestrales
del río a través del apretado ramaje,
reflejando en los líquidos cristales
sutiles opalescencias como un tatuaje.
El regalo con que los dioses me brindaban
era de naturaleza arcana e inefable,
mis dolientes y ahítos sentidos sedaban
en aquel lugar paradisíaco y afable.