Aquí lo dejo dicho,
porque sé
que si lo deseas,
puedes sentirme
con los ojos cerrados,
e imaginar el tono grave
de mi voz,
con aquel acento,
que me prestó tu vida.
Aquí lo dejo dicho,
porque la escasez
de tus ojos,
hace más ambigua,
la diferencia
entre equinoccio
y solsticio,
y el otoño de otro año,
ya va dejando
entre calvo y colorido
el paisaje a su paso.
Aquí lo dejo dicho,
porque tengo muy presente,
el tiritar
de tu dulzura desnuda
dentro mis manos,
y el balbuceo
chiquito de tu voz enamorada,
va inundando
lo que el día me propone.
Aquí lo dejo dicho,
sin síes ni noes,
buscándole sentido
a la distancia,
pero la distancia
anda descerebrada,
creando un espacio
que no necesitamos.
Aquí lo dejo dicho,
interpretando
las señales a la entrada
de los puentes,
observando el vértigo,
de los que se apresuran
en llegar
a una dirección,
que traen
clavada en los zapatos.
Aquí lo dejo dicho,
a ésta hora,
como si no hubieran
transcurrido meses,
y no anduviera equivocado,
todo éste viento,
que arrastra a la lluvia
entre tu puerta y mi casa.
Lo dejo dicho en definitiva,
porque entendiendes
lo que digo,
y no necesitas ver
el camino de regreso,
porque lo conoces
con la misma precisión,
con la que
te voy nombrando.
Eduardo A Bello Martínez
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