Este misterioso hecho sucedió a finales del verano pasado en la víspera de todos los Santos también conocido como noche de brujas. A la orilla de un pueblo situado en la frontera Norte del País. Los niños seducidos por una tradición extranjera esperaban ansiosos este tan esperado día de Halloween, donde el silencio fue cómplice de un suceso relacionado con esa fecha.
Aquella tarde de velada y algarabía donde la gente corría de un lado para otro haciendo las compras de última hora. Los establecimientos estaban saturados de personas que atraídos por esta tradición derrochaban su patrimonio a manos llenas. Por otro lado los niños eufóricos se programaban para al anochecer, salir disfrazados de algún terrorífico personaje a pedir dulces.
Les fascinaba, lo mismo hacer diabluras en las casas donde les negaban tales golosinas.
John acariciaba el disfraz de mago que usaría dentro de un par de horas. No comprendía por qué aquel traje le gustaba más que ningún otro de los que había usado en fechas pasadas, a tal grado que desde hacía tres días que se lo habían comprado no quiso colgarlo. Lo tenía en su cama y dormía abrazado a él, mismo que al acariciarlo le causaba una sensación algo extraña.
Revisando constantemente el reloj se dirigió al baño canturreando una conocida canción de Halloween.
--Niños y niñas y los demás,
vengan pues yo les voy a enseñar
un extraño gran País que se llama Halloween --
Dentro de la casa se dejaba escuchar la algarabía que provocaba esa celebración en sus hermanos y sus padres quienes corriendo de un lado a otro distribuían los dulces en pequeñas bolsitas para así dar a cada niño su porción. Aparte de una manzana acaramelada envuelta en papel celofán. En tanto la madre terminaba el pastel de frutas secas y zanahoria que tanto les gustaba. John ya bañado se terminaba de arreglar. Esa sensación de euforia que sintió al ponerse el traje era algo desconocido para él, era más bien como una premonición.
Se sentía un adonis, al mirarse al espejo no pudo dar crédito a lo que el cristal le revelaba. Un anciano larguirucho de barbado rostro y su boca una mueca que sonreía perversamente clavó sus oblicuos ojos en la mirada de John, quien impávido sin poder moverse y como amarrado por una fuerza desconocida que lo ataba al piso sintió como si taladrara sus pensamientos. Y una fuerza misteriosa traspasara el espejo queriendo engullirlo. Fue en ese preciso momento que escuchó los gritos de su madre.
--¡John te hablan afuera es Max y Ernesto, apúrate!--
John salió como de una hipnosis y sin decir nada a nadie bajó corriendo casi tropezando. Tomando unas cuantas bolsitas de dulces para depositar una a una en las calabazas de algunos de sus amigos que venían ya disfrazados de momias, fantasmas, brujos, duendes, y hasta de demonios. Y entre risas y gritos se fueron alejando perdiéndose en la oscuridad del tranquilo barrio, pidiendo dulces y golosinas .
En lo que su madre que no dejaba de correr por toda la casa le indicaba.
--¡Te quiero aquí a las nueve a más tardar, y no te salgas de la colonia!--.
De pronto sintió un calor que lo sofocaba, se detuvo a arreglarse el traje aflojándose un poco la máscara, en tanto sus amigos seguían corriendo de casa en casa.
---Qué extraño, la noche está fresca y yo me muero de calor, pensó –
Corrió tratando de alcanzar a sus cuates, que ya estaban recibiendo dulces.
Cuando de pronto, escuchó una voz como si viniese de ultratumba,
--¡Johooon, has sido el elegido, no temas si obedeces no te pasará nadaaa!--
El miedo lo invadió, no sabía a ciencia cierta de dónde provenía aquella cavernosa voz.
Creyó que era el traje que le hablaba y efectivamente el atuendo había cobrado vida.
--Ésta noche conoceráaas el País de Halloween John --,
le dijo esa misma voz para luego soltar tremenda carcajada.
--¡Jajaja! Jajaja! --
-- John corrió a todo lo que daban sus piernas aterrorizado, una fuerza poderosa contraria a él lo llevaba directo a la salida del pueblo --
Y aquella macabra voz seguía vociferando.
--De nada te servirá tratar de librarte de mí, este traje fue diseñado en la ciudad de Halloween, ahí habitan seres maléficos y las hechiceras malvadas, las cuales me dieron de beber un brebaje y han encerrado mi espíritu en este traje, solamente un alma buena podrá liberarme del hechizo, y tú eres la persona indicada --
--John cayó desmayado del tremendo susto, sin terminar de escuchar las últimas palabras del mago --
Un fuerte grito y risas sonoras lo despertaron en un paraje extraño, y sin dar crédito a lo que sus ojos contemplaban vio gracias a la luz de la luna llena. Que sus habitantes eran en su mayoría mujeres, obesas, delgadas, altas y pequeñas de narices arqueadas y puntiagudas casi del tamaño de un plátano. Y en su mayoría con verrugas en la punta, de piel verdosa, sus ojos sesgados y pequeños brillaban en la oscuridad. Sus dientes eran afilados y vestían de color negro todas.
Además había una multitud de gatos del mismo tono negro que maullaban por todas partes, por otro lado veía infinidad de luces que se desplazaban yendo y viniendo. Unas de esas mujeres de sombreros largos preparando brebajes humeantes que depositaban en grandes frascos, John estaba confundido. No comprendía porque había perdido el miedo, en ese instante se sentía fuerte y audaz, estaba impresionado viendo todo lo que esas mujeres hacían, de pronto se dejó escuchar un grito muy fuerte.
--¡Es él, el mago maléfico ha regresado al país de Halloween! --,
señalando a John, vio como las brujas trataban de huir despavoridas en sus escobas.
El mago había conseguido llevar un alma pura y noble hasta la ciudad de Halloween. Y con ello recuperaba sus poderes y su anillo mágico de color púrpura,
de pronto, John comenzó a pronunciar un conjuro a los espíritus del aire y empezó a elevarse, persiguiendo a las malvadas brujas quienes en montones le salían por todos lados Una de ellas al parecer la líder del aquelarre emitió un chillido espeluznante y agudo provocando que de las cavernas y cuevas cercanas que rodeaban ese lugar salieran millones de murciélagos que también comenzaron a atacar a John transformado en el mago maléfico. Él voló hasta detenerse en lo alto de un cerro y fue ahí donde comenzó la feroz lucha, el mago malvado ya arrepentido de haber utilizado al niño contra las maléficas brujas, fue en ese mismo instante en que John sintió que le desgarraban el hombro, al tiempo que era alcanzado por una de las hechiceras que le hundió las uñas en el cuerpo.
Un fuerte grito despertó a los padres de John que corrieron alarmados a su recamara.
--¡Hijo que te pasa gritaron ambos a la par! --
--¡Las brujas mamá, el mago malvado me ha llevado hasta ellas! --
La madre lo abrazó tratando de calmarlo.
--Has tenido otra de tus pesadillas John, tranquilo no pasa nada todo está bien. Vinieron tus amigos pero como te quedaste profundamente dormido después del baño, no quise interrumpir tu sueño, así que te quedaste sin pedir dulces --
-- ¡Nunca más saldré a pedir dulces mamá, es muy peligroso y tira por favor el traje. No lo quiero, nunca más, nunca más! --
Su madre se acomodó a su lado acariciándole el cabello, y de pronto, le llamó la atención unos arañazos que el niño tenía en el cuerpo y un gran moretón en el hombro. Eso la preocupó, no quiso indagar quedándose dormida abrazada del niño.
Autora: Ma Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.
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