Conocí una poetisa
que no escribió poesía,
mas su rostro mantenía
un poema hecho sonrisa.
Era su mirada brisa
que un romance parecía,
y su voz era armonía
de rima clara y precisa.
Jamás en libros leí
un madrigal mas hermoso
que como estrella brillara.
¡Era mi madre el rubí
con el halo mas glorioso
que mis días alumbrara.
Autor: Aníbal Rodríguez