Su caminar, testigo de
una mudanza interminable,
es en lo que ocupa sus consuelos.
Sus pasos, con ese olor a tanta vida,
se suman y suman, no dejan de sumarse
en su mente repleta de insignificantes
éxitos en ruinas, olvidos deshilachados y
proyectos tan innecesarios como vacíos y,
siempre, nunca abordados.
No quisiera saber más de esas sumas
inservibles, de ese acumular tan confuso
como inútil.
Quisiera, tan sólo, gozar de ese
jamás sucedido, de ese nunca inexistente,
de los torpes misterios de la nada y
de los sucesos inevitables.