Llueven lágrimas
de cielo encadenado...
sobre la hierba espesa,
donde los lirios
se recrean...
sin sombra de rastrojos.
La casa,
se nos presenta en la distancia
sobre el acantilado breve...
donde el arroyo claro,
combate con el viento.
Violetas se aturden
heridas de abandono...
y clarean hoy aleves
sobre los prados escogidos,
y su ensueño
se vence a su promesa vana,
porque Dios se nos anuncia...
al borde del camino.