Hoy, amor mío, has herido mi corazón
con el ardiente acero verdemar de tus ojos,
y me he tenido que postrar ante ti de hinojos
para no perder los sentidos ni la razón.
Hoy he percibido en mi pecho una sensación
que de mi alma ha arrancado todos los enojos,
hoy libaré el dulce néctar de tus corales rojos
que me proporcionará gran deleite y fruición.
Fundidos en uno recorreremos los dos
los espacios infinitos de la bella aurora
para olvidarnos de este mundo aciago y atroz.
A la cruel humanidad le diremos adiós
en esa bienaventurada y agradable hora
en que enmudecerá para siempre nuestra voz.
Suspiros y sueños de amor