Nacho Rey

ORACIÓN DEL SOLDADO (II)

¿Me oyes, Dios mío?. Yo nunca jamás he hablado

contigo, pero hoy quiero saludarte. Tu sabes que

desde mi infancia me han dicho que Tú no existías,

y yo fui tan bruto que me lo creí. Yo nunca me había

dado cuenta de lo hermosa de tu creación. Hoy, de re-

pente, al ver las profundidades del firmamento, al ver ese

cielo estrellado encima de mí, se me han abierto los ojos.

Maravillado, comprendí su luz. ¿Cómo he podido vivir

tan cruelmente engañado?. Yo no sé, Señor, si tú me

tiendes la mano, pero yo te confío este milagro, y Tú

me vas a entender. En lo más hondo de este terrible

infierno, la luz ha brotado en mí y yo te he visto.

No voy a decirte nada más, tan sólo la alegría de 

conocerte. A medianoche, tendremos que pasar al

ataque, pero no tengo miedo: Tú nos miras ¡escucha!

¡es la señal! ¿Qué puedo hacer?. ¡Estaba tan bien

contigo!. Quiero decirte una cosa más: tú sabes que

el combate va a ser malo. Quizás esta noche llamaré

a tu puerta. Aunque yo nunca haya sido amigo tuyo,

¿me dejarás entrar cuando llegue?.Pero no estoy

llorando, ya ves lo que me ocurre, mis ojos se han

abierto. Perdóname. Dios voy a partir y

seguramente ya no vuelva; ¡Pero que milagro!

Ya no tengo miedo a la muerte.

 

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ENCONTRADO A UN SOLDADO RUSO.

ESTA ORACIÓN ES UN GRITO DE FE DE UN HOMBRE

QUE HA DESCUBIERTO A DIOS A LAS PUERTAS DE LA

MUERTE,QUE SE LE PRESENTA COMO INEVITABLE Y SE

ABANDONA GOZOSO EN LAS MANOS DEL NUEVO AMIGO.