Intentan empañar mi claro verso,
mas lleva las auroras del levante;
el tiene grande brillo de universo
con rima muy bravía y trepidante.
El viaja solitario su camino
y suele descansar en verde prado;
firmeza es su blasón de peregrino
que luce con su garbo iluminado.
Ignora la bajeza de ese crítico
que trata denostar su gran valía,
embriaga con su vino sibarítico
que brota de la copa de Thalía.
Inútil ha de ser que con murmullo
mi pluma se sintiera derrotada;
nació con altivez, y tal orgullo,
por siempre mantendrá su luz dorada.
Su esencia es como espada de titanes
que siempre se encamina a la victoria;
y vibra con el fuego de volcanes
que alumbran con el aura de la gloria.
Los timbres que le dio Naturaleza
destruyen el encono del abyecto;
La rosa siempre guarda su belleza
aún, que la lastime necio insecto.
Mi numen cual halcón el cielo riela,
y nada detendrá su magno vuelo;
el trae en sus ideas regia estela
que invita a pernoctar en dulce anhelo.
Por eso mi poema va tejido
con esa candidez de suave bruma;
llevando de ilusión el gran latido,
que el alma del lector, se la perfuma.
Autor: Aníbal Rodríguez.