Decirte que nosotros estamos acostumbrados al otro lado , el que nos permite ver la hierba verde, de las prosas.
Contarte, que una noche llovieron patos amarillos.
Amanecio sin sol, este se habia quedado dormido. Y muy currucado, soñaba con alguna lejana y fría. Sinceramente con tanto patético pato, adornando el césped.
A nadie se le ocurrio que la rosa, si lo echaba de menos.