¿Quién está ahí?
No puedo divisar tu rostro.
Pero sé que alguien ha entrado.
Dime algo, al menos...
Ah, eres tú... tienes como siempre,
una voz tan especial.
Única diría yo.
Siéntate. Has sido muy graciosa
al preguntarme si te veía...
aún no veo bien... diviso
figuras y objetos,
pero sin concretar mi vista
qué es lo que ve.
Ha sido una operación
muy complicada, pero
el doctor asegura que he de recuperar
mis ojos. Te mandé llamar
porque eres una de las personas
que más allegada está a mi vida
y a mis sentimientos.
¿Me ves muy viejo?
No quieras quedar bien conmigo.
No creo que me estés mintiendo.
Pero...¿sabes?... es que yo
soy el que muy viejo me siento.
No puedo mirar mi rostro.
Pero si hace unos días viejo me veía,
no creo que ahora me vea mejor.
Tienes razón, era yo que me miraba,
ahora eres tú, diciéndome
que no me ves viejo.
Y bueno, tendré que conformarme
con tus palabras, y hacerme la ilusión
de que mi rostro no está viejo,
pero sí mi alma.
Estos últimos días me siento
muy agitado, el reloj de mi corazón
marcha acelerado,
y yo... me siento muy amargado.
Me siento sin fuerzas...
sí, son los nervios,
tienes razón...
¿Dónde has estado estos días?
No venías a verme,
y mucho me extrañaba
tu silencio. Tus padres vienen seguido.
Pero yo he estado necesitando de ti,
mi nieta adorada.
Estabas muy ocupada estudiando.
Sí, tu padre, me lo ha comentado.
¿Tienes algo en especial
para comentarme?
Querida, siempre he confiado
en ti, debido al gran amor
que me has demostrado.
Y mi amor por ti,
siempre ha sido recíproco.
Pero se no te animas a decirme
la verdad... sé sincera una vez más
con tu abuelo. A esta altura de mi vida,
ya nada me sorprendería,
ni me sorprende...
¿Por qué lloras?
Dime por qué lloras.
Escucho tu ahogado llanto.
Suena al mismo de cuando
eras una niñita, y yo te tenía
alzada en mi regazo...
eras tan mimosa, tan consentida...
tu ahogado llanto me hace
recordar tu niñez...
y mi juventud, que ya no tengo...
mi querida beba...
no es necesario que
me digas nada.
Tu abuelo todo lo intuye,
aunque por lástima me mientan...
u oculten... después de esta operación,
vendrá la del corazón...
no llores, querida, no llores...
piensa que tu abuelo ha vivido
una vida muy feliz...
que al perder a tu abuela,
no me he quedado completamente solo,
porque tus padres y tú,
me acompañaron ante la ausencia
de tu abuela, a la cual amé
y compartí muchas décadas de mi vida.
Años pasados... y nunca olvidados...
hemos sido muy felices
juntos estos últimos años...
pero sé que está llegando mi final de vida.
Nieta de mi alma, solo te pido,
que no llores mi ausencia.
Vive tu vida, y recuérdame
con amor, será suficiente para mí...
no llores mi ausencia, no llores...
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 10/04/2013)