Raiza N. Jiménez E.

Exordio de la Muerte.-

 

Hoy se agita mi alma y mi razón, quisiera no saber nada.

Quisiera sí, no tener que preguntar por todo y todos.

Dudas a raudales surgen en el retiro de mi alma inquieta.

Cómo aquietar a mi conciencia para no pensar en nada.

Esa es la gran pregunta, la que no me deja respirar en paz.

 

¡El veneno de la curiosidad y la vacilación me asesinan!

 

Todo un cargamento de lamentos y anhelos me apremian

Quisiera saber y no saber; poder contestar y poder olvidar.

Cientos de qué, cómo, cuándo, dónde, para qué, se juntan.

Me agitan, me urgen, quieren y piden muchas respuestas

que no tengo, sólo el desorden y la desazón me hacen presa

 

¡Cuestionar, algunas veces, te señala el camino a la verdad!

Camino en pos de la ilusión, eso es lo que creo, hasta ahora.

Algo dentro de mí se conmueve y me señala mis desvaríos.

Es muy complejo comprender los fenómenos de las mentes

que sienten dolor, pena, vergüenza, angustia, aridez y temor.

Me he visto muerta pero el aliento me acusa y suelo llorar.

 

¡El sentir es el más raro testimonio que tiene la existencia!

 

Las circunstancias me han hecho una extraña para mí misma.

Me miro, me toco, me insto a mirarme adentro y me escapo.

No quiero ser testigo de mis angustias, temores y arrebatos.

¡Oh, Dios! Qué difícil es escapar de tu cautiverio sin notarlo.

Solo la ilusión de una mente ardida puede crear esa fantasía.

 

¡Todos, alguna vez, omitimos y, es, por el miedo que nos guía!

 

Veo, sí, miro pasear la maldad, la injusticia frente a mis ojos,

me revuelco en el dolor de la realidad y noto que estoy viva.

Así, cautiva de mi dolor, muero más que vivo, y sigo aquí.

 

No busco alivios, no puedo, la conciencia me mira de frente.

Ella, la Señora que todo lo ve, me mira y no me deja escapar.

¡No puedo hablar de vida si no existe la Paz y, la Libertad es

 

un rehén de los inconscientes, que se apropian de la vida!